PRESENTACIÓN
Mirar un cuadro...con ojo clínico.
El destino del doctor Andrés Carranza Bencano (al menos en parte) seguro que estaba genéticamente determinado. Perteneciente a una extensísima y prestigiosa familia de médicos (hijo, sobrino, primo, padre, por no hablar de otros múltiples lazos colaterales), con muchos de los cuales me honro de compartir una gran amistad. Como ustedes pueden comprender “nada bueno podía salir de allí”. Lo que salió, darwinismo puro, fue un joven Licenciado y, posteriormente, Doctor en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de Sevilla, en la que, andando el tiempo, ocupó, ya como brillante especialista en Traumatología, Medicina y Cirugía Ortopédica y Terapéutica Manual, la Cátedra de Traumatología y Cirugía Ortopédica.
Entre sus incontables méritos destaca, además de su Jefatura de la Unidad de Cirugía de Pié y Tobillo, Corrección de Grandes Deformidades del Miembro Inferior y Cirugía de la Parálisis, ser Académico de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla; haber sido Presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía del Pié y Tobillo (campo en el que es una autoridad indiscutible), Secretario del Consejo de Redacción de la Revista de Medicina y Cirugía del Pie y Tobillo, y Miembro del Consejo Editorial de la Edición Española del Journal of the American Academy of Orthopaedic Surgeons. Ha recibido (perdón por las muy probables omisiones de las que seré responsable) 12 premios por trabajos de investigación científica; ha dirigido 22 tesis doctorales, 8 proyectos de investigación subvencionados por agencias externas; es autor de 35 capítulos de libros y de 4 libros, de más de 100 artículos científicos publicados en revistas nacionales e Internacionales y de un número exorbitante (varios centenares) entre conferencias, ponencias y comunicaciones en congresos y reuniones científicas (también como organizador) nacionales e internacionales...
¿Y le queda tiempo para algo más? Le queda. El doctor Carranza se caracteriza, además de por sus reconocidos valores como médico, por una profunda vocación artística y cultural: por la Música, por la Historia, por el Arte (especialmente por las relaciones entre la pintura y la escultura con la Medicina). Experto fotógrafo, mantiene sendos e interesantísimos blogs dedicados a la “Historia de las calles de Sevilla” (ciudad de sus amores) y a “la Medicina en la Pintura”. En fin, como decía el eminente filósofo Rafael Gómez (El Gallo) “...que hay gente pa tó”. El doctor Carranza es un vivo ejemplo de ello.
El trabajo que nos ofrece, a continuación, es un análisis detallado, con precisión quirúrgica, de la forma en que sólo puede hacerlo un médico ( un médico dotado de un perspicaz “ojo clínico”, que no es más que pericia clínica) y, a la vez, con profundos conocimientos artísticos, del cuadro “La familia del pintor”, de Jacob Jordaens.
Pero el doctor Carranza me va a disculpar si, como le he comentado a él cariñosa y personalmente, no todo es perfecto en su valoración del cuadro. Se lo aclaro a ustedes con un breve “spoiler”: en esta obra aparece un loro. Pues bien; parece mentira que una autoridad en la patología del pie, como es el doctor Carranza, no nos diga nada de que el bicho tiene un espolón calcáneo ¡Vaya por Dios!
Julio Sánchez Román
Secretario de AADEA
ARTÍCULO
La Artritis Reumatoide en la pintura de Jacob Jordaens
Desde la antigüedad existe una estrecha relación entre el arte y la Medicina y, de hecho, científicos, artistas, y especialistas han encontrado evidencia de diversas entidades patológicas en expresiones artísticas. Concretamente podemos encontrar manifestaciones de enfermedades reumatológicas en pinturas de grandes autores.
Estudiamos un cuadro de Jacob Jordaens, que nació en Amberes en 1593, hijo de un pañero. En 1607 entró como aprendiz en el taller de Adam van Noortt (uno de los maestros de Rubens), y en 1616 se casó con Catharina, su hija mayor, con la que tuvo tres hijos.
Su esposa falleció en 1659 y él murió el 18 de octubre de 1678, probablemente víctima de la peste que azotaba la ciudad. Su hija Elizabeth falleció el mismo día, y ambos recibieron sepultura junto a Catharina en el cementerio calvinista de Putte, pasada la frontera con la República de Holanda.
Esta obra, es una escena familiar que puede parecer tradicional e incluso impostado a primera vista, pero, trata de sublimar a la familia como uno de los pilares fundamentales de la sociedad.
La escena familiar se situa en un elegante interior ajardinado que parece indicar una elevada posición económica y social como los protagonistas de un típico "jardín d'amour".
Fig. 1. La familia del pintor. Jordaens, Jacques. 1621-1622. Óleo sobre lienzo. 181 x187 cm. Museo del Prado. Exposición temporal. (CC BY 3-0)
Las parras entrelazadas que respaldan a la pareja están relacionadas con la idea de la indisolubilidad del vínculo matrimonial establecido por el hombre y la mujer.
En el ángulo superior izquierdo se representa una fuente en forma de Cupido montado sobre un delfín. La fuente es uno de los elementos de los jardines del amor. Cupido, es hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, nacida de la espuma del mar, por lo que Cupido se identifica con el Dios del deseo amoroso, es el Amor en sí mismo. El delfín representa la amistad y la salvación de nuestras almas.
Fig. 2. Detalle de la fuente
Detrás de la escultura, se identifica a un loro de cabeza azul y amarilla. El loro es un animal frecuente en algunas obras de Rubens y del propio Jordaens, y puede tener varios significados; en el presente lienzo se puede identificar con la virtud de la fidelidad marital.
Fig. 3. Detalle del loro
Por último, el perro que asoma por detrás de las piernas del artista, siendo genéricamente el animal fiel por excelencia, alude a la fidelidad como base sobre la que se asienta la estrecha unión que todos los desposados deben conservan a lo largo de su existencia.
Fig. 4. Detalle del perro
El cuadro describe el mundo familiar próximo del artista, quien se autorretrata junto a su esposa Catharina van Noort, que abraza tiernamente a su hija mayor Elizabeth.
Catharina se muestra sólidamente sentada sobre un sillón, viste de negro con elegancia, no exenta de cierta presunción.
Fig. 5. Detalle de la mujer del pintor Catharina van Noort
Cubre parcialmente su cabeza con un reducido turbante en forma de bonete, y con una elegante y elaborada joya, sobre los cabellos, y cuelgan pendientes de sus orejas. Luce una espectacular gola blancas al cuello, llevan los dos encajes en los puños y bordados en el pecho.
Fig. 5a. Detalle del rostro de la mujer del pintor Catharina van Noort
Elizabeth, la niña, presenta una indumentaria popular adecuada a su edad. Al cuello un collar de coral del que pende una cruz. Destaca el contraste del azul de su pañuelo (un azul entre cobalto y lapislázuli) con el amarillo de su falda y el blanco de su mandil. Es representada con un rostro simpático y alegre, deliciosamente infantil, y de gran espontaneidad pues fue modelo en distintas ocasiones de su padre. Mantiene un cestillo con flores en la mano derecha y una fruta en la mano izquierda.
Fig. 6. Detalle de la hija Elizabeth
La fruta que la pequeña Elizabeth mantiene en su mano izquierda es también un símbolo de amor, así como las flores de su cestillo lo son de inocencia y pureza.
Fig. 6a. Detalle de las manos y el cestillo de la hija Elizabeth.
El autor viste de negro con elegancia, con gola blancas al cuello y encajes en los puños.
Se muestra en una postura espontánea y algo informal, pero al mismo tiempo su porte es bastante elegante y noble e incluso altivo, y su gesto muestra determinación.
Su pierna derecha se apoya en la silla, y su mano derecha reposa en el sillón, lo que responde a fórmulas cultas y clásicas del retrato de su tiempo.
Sus manos no aportan ningún elemento que nos indique su oficio, sino que sostiene un laúd. Se ignora si sabía tocar instrumentos musicales, lo que no sería extraño en un hombre tan dedicado a las artes y vinculado a una sociedad culta; sin embargo, tal objeto también puede ser un símbolo de armonía familiar.
Fig. 7. Detalle del pintor Jacob Jordaens
Destaca una posible mujer del servicio doméstico, situada de pie en el centro de la composición en un plano discretamente retrasado respecto del riguroso primer término. Su vestimenta es cromáticamente más rica que la de los señores. Resaltan los pliegues de las faldas, así como su cabeza sobre un alto cuello con encajes y se toca con un sombrero de elevada copa.
Fig. 8. Detalle de la mujer del servicio doméstico
Sostiene un cesto de uvas verdes, azules y doradas, y su mano derecha muestra signos inflamatorios de la muñeca y de las articulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas, sugestivos de Artritis Reumatoide.
Fig. 8a. Detalle del cesto de uvas y de la mano con signos inflamatorios de Artritis Reumatoide
Doctor Andrés Carranza Bencano