El fenómeno de Raynaud (FR) se caracteriza por una disminución brusca y exagerada de la circulación sanguínea, en los dedos de las manos y de los pies, tras la exposición al frío (o tras emociones), que se traduce en dolor y cambios de coloración, e incluso en el desarrollo de lesiones isquémicas. Aunque los médicos, especialmente los que nos dedicamos a enfermedades sistémicas autoinmunes, estamos actualmente muy familiarizados con este trastorno, el FR fue descrito por primera vez no hace mucho por Maurice Auguste Gabriel Raynaud (1834-1881), a la sazón estudiante de Medicina, que lo observó principalmente en las mujeres, cuando se exponían al frío invernal. Dio a conocer sus observaciones, en la muy (relativamente) cercana fecha de 1862, en su Tesis Doctoral. Denominó a “su” fenómeno “Asfixia local y gangrena simétrica de las extremidades”1 (hasta los siguientes años 90 de ese siglo no comenzó a hablarse de “Enfermedad de Raynaud”; cuestión aparte, y que dejaremos de lado, es el hecho de deslindar entre sí los conceptos de “enfermedad”, “síndrome” y “fenómeno” de Raynaud2). Raynaud, modesta y quizás retóricamente, ya afirmaba en el prefacio de su Tesis, que algunos de los síntomas que él describía también habían sido observados previamente
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