DESPEJANDO DUDAS SOBRE EL CONSENTIMIENTO INFORMADO

El consentimiento informado no es un simple trámite burocrático. Es un verdadero lujo contar hoy, en nuestra Tribuna, con una persona del nivel profesional e intelectual de don Francisco Baena Bocanegra. Este ilustre jurista, que compagina su labor docente en la formación de tantos abogados con el ejercicio de la abogacía en el ámbito nacional e internacional, fundador de la Asociación Española de Abogados Penalistas, Académico Numerario y Secretario de la Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia (entre otras), Medalla de Sevilla, Medalla de Honor del Instituto de Reales Academias de Andalucía , Medalla al Mérito de la Abogacía (por el Consejo General de la Abogacía Española), ensayista, brillante ponente y conferenciante (más de 400 en su haber), entre sus muchos méritos, ha tenido la amabilidad de cedernos el contenido de su conferencia (“Despejando dudas sobre el consentimiento informado”), que tuve el honor de escucharle recientemente en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla. Conferencia que aúna magistralmente su profundo conocimiento de la Ley y su dilatada experiencia en los aspectos jurídicos y éticos que atañen al ejercicio de la Medicina, muy especialmente en lo que se refiere a la relación médico-paciente. Desde estas líneas quiero agradecerle

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ÉTICA DEL RECUERDO

¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso! (Miguel de Cervantes). Es un honor para mí contar en esta Tribuna con una personalidad de la talla de José María Rubio Rubio. Mi relación con el Profesor Rubio comienza, allá por los pasados años 60, cuando el Profesor y Académico aún no lo era. Ambos éramos simplemente dos jóvenes estudiantes, en la Facultad de Medicina de Sevilla, unidos por una idea muy clara: queríamos ser internistas. Su brillante trayectoria comienza como alumno interno destacado en la Cátedra de Patología Médica, donde tuvo la fortuna de contar con los que él considera sus maestros (luego vendrían muchos más), los profesores Aznar Reig y Zamora Madaria, entorno que ya no abandonó a lo largo de toda su vida profesional como Profesor Titular, impartiendo las asignaturas de Patología General y Bioética (miembro además del Comité Ético Asistencial del hospital universitario Virgen de Macarena de Sevilla). Esos dos pilares que, según sus propias palabras en su discurso de recepción, como Académico de Número, en la Real Academia de Medicina de Sevilla, son “los dos caminos que constituyen el itinerario de mi vida: la Medicina Interna en la que me inicié y en la que continúo, aunque

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INVESTIGACIÓN DE MEDICAMENTOS

“…Y aún dicen que el pescado es caro.” Como dijo aquél: “Yo tengo la solución para arreglar la crisis económica: ¡que la Fábrica de Moneda y Timbre…fabrique más monedas y deje de fabricar timbres!”. Pintoresco ¿verdad? Pero no lo son menos algunas opiniones acerca de abaratar el precio de los medicamentos (que seamos autosuficientes y prescindamos de la producción de otros países, que sea el estado quien se encargue de fabricarlos, etc, etc…) Las soluciones sencillas no siempre son buenas soluciones (la verdad es que casi nunca) Ya dijo alguien que “Para cada problema complejo, siempre existe una solución simple, elegante…y totalmente equivocada”. ¿Por qué hoy en día se han encarecido tanto los medicamentos? Porque las cosas no son como antes. Cuando se descubrió la penicilina, se ensayó un grupo reducido de pacientes y se comprobó su eficacia, se generó su utilización y no se hicieron más investigaciones. Pero hoy no es así. Actualmente, el proceso de fabricación de un medicamento, desde las primeras investigaciones en tubo de ensayo hasta la aparición (en palabras de Manuel Pérez Fernández) “de la primera cápsula” debidamente empaquetada en el mostrador de la farmacia, debe seguir una larga, penosa, arriesgada y carísima navegación (abocada

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MATAR AL PADRE. DEL “HORROR AUTOTOXICUS” A LA AUTOINMUNIDAD

Fonendoscopio sobre el diván de Freud

EL INMUNÓLOGO EN EL DIVÁN Para las jóvenes generaciones de médicos, nacidas en pleno auge de los postulados de la “Medicina Basada en la Evidencia”, resultan lejanos aquellos tiempo en los que la verdad estaba siempre indisolublemente unida a la sacrosanta autoridad de la opinión del Maestro: “Magister dixit”. Y, ello, en todos los terrenos de la ciencia. “Eppur si muove”, rezongaba por lo bajinis el testarudo Galileo Galilei cuando tuvo que tragarse y aceptar (en voz alta, ya que le iba el cuello en ello) la inmovilidad de la Tierra respecto al sol, porque así lo establecía la teoría geocéntrica de Ptolomeo aceptada por la Iglesia Católica. El doctor Herrera Carranza, nos ilustró en sus trabajos sobre la Medicina Andalusí (aparecidos ya algunos de ellos en esta Tribuna) las dificultades por las que pasaban genios médicos medievales, como Avenzoar, cuando sus observaciones directas se oponían a los indiscutidos axiomas de Galeno. Y no esta demás recordar también a Andrea Vesalio, exasperado contra la “dictadura galénica”, dictadura que aplicaba directamente conceptos anatómicos, obtenidos a partir de monos, a la anatomía humana. «¡Tú, Galeno, que te dejaste engañar por tus simias!» clamaba Vesalio cuando los sabios de su generación, especialmente su

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