PRESENTACIÓN
¿Mística o Dietética?
Los sacrificios cruentos, por motivos trascendentes, son consustanciales con un gran número (si no con la mayoría) de las religiones. Empezando por la inmolación de las propias deidades: Osiris (asesinado y demembrado por su hermano Set y luego resucitado por su esposa Isis) en la mitología egipcia; Balder, asesinado con una flecha de muérdago, o el sacrificio (“por suerte no letal”) de Odín, en la nórdica; Tammuz (que muere y resucita anualmente como símbolo de renovación de la vida) en Mesopotamia; Quetzalcoalt (Serpiente Emplumada) autoinmolado para crear la humanidad según la tradición mexica. Qué decir de la tradición cristiana en que Jesús se ofrece en sacrificio cruento para redimir a la humanidad; sacrificio perpetuado para los católicos en el sacramento de la eucaristía (lo que dio lugar a la incómoda afirmación de que “el hombre es caníbal de Cristo”, frase de origen incierto pero atribuida desde Voltaire a Schopenhauer; desde Nietzsche a Unamuno). Claro está, si los dioses se inmolan ritualmente ¿qué razón tienen los humanos para soslayar esta necesidad? Ninguna: de ahí las matanzas rituales de primogénitos en honor de Baal, en Cartago (o el sacrificio “frustrado” de Isaac en el Antiguo Testamento) o las masivas (contra prisioneros) de incas, mayas y aztecas en la América prehispánica. Un aspecto muy especial de los sacrificios masivos, en este último pueblo, es que se acompañaban de...canibalismo ritual. Y no es la única colectividad a la que se atribuye este tipo de canibalismo. Hay indicios de dichas prácticas en algunas islas del Pacífico (Fiyi) o en Guinea Papúa, así como antecedentes más lejanos en el tiempo, como en las tribus celtas o en los yacimientos de Atapuerca. Prácticas empleadas, bien como venganza en prisioneros de guerra, o bien en el contexto de rituales funerarios familiares ¿Cuál sería el propósito de esta antropofagia: se ha aducido que buscaría la absorción de las características físicas o espirituales del fagocitado (fuerza, valor, inteligencia...). Pero habría una posible explicación más prosaica: la consecución de alimento muy asequible, de alto valor calórico y contenido proteico, en un ambiente eminentemente carencial, cuando el hambre acucia (comentario aparte: es inevitable que nos acuda a la memoria la catástrofe aérea de los Andes, en 1972). Estas disyuntivas, entre motivaciones místicas y necesidades dietéticas, las examina magistralmente, analizando bellamente el entorno socio-político-religioso de la cultura azteca, nuestro colaborador habitual en estas páginas: el médico, y experto historiador, Javier Ortiz González.

Julio Sánchez Román
Secretario de AADEA
ARTÍCULO
Nanahuatzin, el dios pustuloso, el buboso (y algunas lindezas más) representado en estas dos imágenes (Figuras 1 y 2) pertenecía a la teogonía azteca. Fijándonos en los citados apelativos por los que era conocido, no parece que fuese muy respetado. Sin embargo, logro convertirse en nada más y nada menos que en Tonatiuh, el dios Sol, el que con su sacrificio permitió que el mundo azteca sobreviviese a las catástrofes que los mundos anteriores habían traído: gigantes, cenizas o viento, tras las que sus habitantes fueron convertidos en monos (como detallaremos más adelante). Algunos autores han querido ver, en este personaje, la representación de una enfermedad: la sífilis, precisamente por las lesiones cutáneas que lo “adornaban”.
Curiosamente, todo el corpus de inmortalidad y sacrificio iniciado por los egipcios, seguido por los mesopotámicos, y consolidado por los hebreos, tiene un extraño parecido con la leyenda de creación del mundo azteca. También aquí, fue necesario el sacrificio de un dios para crear un nuevo mundo y fue necesaria su sangre para el mantenimiento de este. Pero, quizá lo más sorprendente en esta analogía, es que los aztecas también esperaban un salvador, un Mesías: la serpiente emplumada (otra vez la serpiente), Quetzalcoalt. Como la fecha predicha de su llegada coincidió con la de la arribada de Hernán Cortes, este, durante un tiempo, fue confundido con el dios. De hecho, a los españoles les llamaban “Teules” (dioses, en mexica). Veámoslo con un poco más de detalle.
COSMOVISIÓN Y CREACIÓN DEL NUEVO MUNDO AZTECA. El hombre prehispánico demostraba un gran respeto religioso hacia su medio por lo que, para modificarlo, recurría a complicados ritos fundados, en una gran parte, en la transformación cíclica de la naturaleza. Refieren las leyendas aztecas que los dioses habrían creado cinco mundos sucesivos o Soles. Cada nuevo mundo o Sol creado, mejoraba las condiciones naturales del anterior. Como en tantas otras culturas, existió en principio un dios primordial de naturaleza dual que, por desdoblamiento, engendro cuatro hijos, cada uno de los cuales regía uno de los restantes cinco Soles (ya que el primero estaba tutelado por el dios primordial).
Otras leyendas afirman que fue una pareja, y no un único dios primordial, la que engendró los cinco dioses. Cada uno de ellos gobernó la tierra durante un periodo de tiempo, no siempre bien delimitado en su duración, ya que las leyendas y códices aztecas dan diferentes versiones. Uno de estos dioses, adelantamos, fue Quetzalcoalt, el único de pelo rubio y ojos azules, cuya vuelta se esperaba cuando llegó Cortes a México, en 1521, y cuyos rasgos llevaron a Moctezuma, como ya comentamos, a confundir al dios con el caballero. Los citados soles fueron:
- “Sol de Agua” o Nanui-atl (676 años). Acabó este periodo cuando el agua arrasó la tierra y los hombres se convirtieron en peces.
- “Sol de Tigre”, o Nanui-Ocelot (312 años). Lo habitaron gigantes que fueron devorados por los ocelotes: para este sol, no se cumplía lo estipulado, pues no duraba más que hasta mediodía. Así, oscurecía antes y los tigres se comían a los hombres.
- “Sol de Lluvia de Cielo”, o Nanui-Quiahuiltl (312 años). Sus habitantes fueron quemados por una lluvia de fuego que se transformó a continuación en lluvia de piedras.
- “Sol de Viento”, o Nanui-Ehecatl (676 años). El dios produjo fuertes corrientes de aire que destrozaron todas las tierras. La devastación acabó con todos los posibles alimentos excepto la hierba; para subsistir, sus habitantes quedaron convertidos en monos, para poder comer una dieta herbívora en los bosques.
- “Sol de Movimiento”. Precisamente en el que vivían los mexicas y sus contemporáneos cuya vida estaría marcada por mucha hambre. Este sol de Movimiento, en el tiempo de Hernán Cortes, fue creado en una reunión convocada por los dioses en Teotihuacan para crear el Sol y la Luna, una vez restaurada la tierra tras él ultima cataclismo.
Para ello fue necesario el sacrificio de un dios. “Pues aún era de noche, no había todavía ni luz ni calor”. Así comienza el texto del mito de la creación del sol de Movimiento: "... finalmente, a medianoche, los dioses se reunieron allá en Teotihuacan y ocuparon sus sitios en torno del fogón divino. En este lugar sagrado arde el fuego durante cuatro días. Y entonces los dioses hablaron así: Vamos a crear el Quinto Sol; más para hacer eso, uno de nosotros tendrá que arrojarse a la hoguera”. Fueron escogidos para este sacrificio Nanahuatzin el feo, el humilde, el enfermizo; y Tecuhciztécatl, el sano, el valiente, el guapo. Los dioses ordenaron "...anda pues Tecuciztécatl, entra al fuego" y este, aunque lo intentó, no se atrevió, lo intentó otra vez y una vez más y luego otra, pero no se armó de valor, los dioses habían convenido que sólo había que intentarlo cuatro veces. Entonces, el dios Nanahuatzin, apodado (ya lo dijimos) el pustuloso, se levantó, y sin aguardar un momento más, se arrojó al fuego. “Después hay una obscuridad total: nada se puede ver, nada se puede oír. Solo se escucha el ruido crepitante de carne que se quema, volando su corazón hacia el cielo”, donde se convirtió en Tonatiuh: el Sol. Luego, en esa noche oscurísima, los dioses se sientan, exhaustos, a esperar la salida del nuevo sol. Y cuando aparece en el cielo, por el oriente, emerge de un color rojo encendido y tambaleándose de uno a otro lado. Sin embargo, no avanza. Esta quieto. En ese momento, el otro dios, Tecuhciztécatl, avergonzado de su miedo, se lanza sobre el fuego y, al cabo de un rato, sale también transformado en la Luna. Ante esta situación, los dioses dan un grito y se clavan en las venas sus cuchillos de obsidiana, ofreciéndole al Sol su propia sangre, que va subiendo hasta el cielo. Luego, la sangre se convierte en un gran viento que sopla sobre el Sol: lo hace levantar, como si estuviera flotando, y se pone en movimiento.
Ese relato contiene el germen de los sacrificios rituales, pues si los dioses se habían tenido que sacrificar, para poner en movimiento el Sol y la Luna, era necesaria la muerte de los hombres para que su sangre y su corazón los mantuviera en movimiento continuamente. Sacrificios rituales que nos describe muy bien Hernán Cortes.
Vamos a analizar un poco las razones íntimas de este rito azteca. ¿Era solo un acto ceremonial y religioso? ¿Era una muestra del poder azteca sobre otros colectivos? ¿Se basaba en la necesidad de acceder a proteínas y grasas animales? Parece que, en realidad, se basaban en una combinación de todos estos factores:
- A). -En la revolución neolítica, y con motivo de la vida sedentaria, el hombre domesticó animales para servir como fuente de alimentación; en especial mamíferos. Esto, no pudo hacerse en México porque los únicos animales de que podían disponer eran pavos y algún cérvido en el valle de México. Luego, para suplir esta falta de proteínas, recurrirían a los sacrificios humanos.
- B). -La sociedad azteca estaba continuamente en expansión y librando, por tanto, guerras con sus vecinos. En ellas, los guerreros, los macehualt, podían quedarse entre otros elementos del botín con la carne de los prisioneros para alimentarse. Había una modalidad específica de guerras para conseguir cautivos: las “guerras floridas” en las que, tras capturarlos, los encerraban en jaulas para que engordasen. Así lo relata Bernal Díaz del Castillo: ”No puedo dejar de traer aquí a la memoria las redes de maderos gruesos que en ella (en Cholula) hallamos, que estaban llenas de indios y muchachos a cebo para sacrificar y comer sus carnes”. Ha quedado registrado en la historia el recuerdo de los humanos sacrificados con motivo de la inauguración del gran templo mayor de Tenochtitlan en 1487. Las cifras oscilan entre 20.000 y 80.000 según los códices consultados. ¿En qué cantidad total se hacían estos sacrificios? Según el último dato, y haciendo un cálculo de 1.500 sacrificios anuales en cada uno de los grandes templos, podíamos aceptar la cifra de 200.000. Aproximadamente el 1% de la población.
Y... ¿qué hacían con los cuerpos? Pues, sencillamente, comérselos. Bernal Díaz del Castillo, nos lo cuenta de modo escalofriante (cuando entablaron la última batalla, en la reconquista de Tenochtitlan, tomaron los aztecas 62 prisioneros españoles): “Tornó a sonar el atambor muy doloroso de Huitzilopochtli… , y todo el sonido de ellos espantable, y mirábamos a lo alto [Templo Mayor de Tenochtitlan] donde las tañían y vimos que llevaban por fuerza las gradas arriba a nuestros compañeros que habían tomado en la derrota que dieron a Cortes, que los llevaban a sacrificar; y desque ya los tuvieron arriba en una placeta que se hacía en el adoratorio donde estaban sus malditos ídolos, vimos que a muchos dellos les ponían plumajes en las cabezas y con unos como aventadores les hacían bailar delante del dios, y desque habían bailado, luego les ponían despaldas encima de unas piedras, algo delgadas, que tenían hechas para sacrificar, y con unos navajones de pedernal los aserraban por los pechos y les sacaban los corazones buyendo y se los ofrecían al Sol y a sus ídolos que allí presentes tenían y los cuerpos dabánles con los pies por las gradas abajo;
y estaban aguardando abajo otros indios carniceros, que les cortaban brazos y pies y las caras desollaban y los adobaban después como cuero de guantes y con sus barbas las guardaban para hacer fiestas con ellas cuando hacían borracheras y se comían las carnes con chimole y desta manera sacrificaron a todos los demás y les comieron las piernas y los brazos, y los corazones y sangre ofrescian a sus ídolos, como dicho tengo, y los cuerpos que eran las barrigas y pies, echaban a los tigres e leones [posiblemente jaguares] que tenían en la casa de las alimañas”.
Vemos como los despreciados son capaces de hacer resurgir una civilización: así fue como el Bubosillo, se convirtió en SOL, consagró los sacrificios humanos y alcanzó su nuevo status: (Fig. 7)
BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA:
Seler, Eduard .Comentarios al Códice Borgia. Fondo de cultura económica de México, 1963.
Leon-Portilla, Miguel; Crónicas de América. La visión de los vencidos. Historia 16, Nº 6; 80-88.
Gálvez, Manuel. Mito y realidad de Quetzalcoatl. Historia 16, Nº 29; 73-86.
Johansson Keraudren, Patrick. Xochimiquiztli: La muerte florida El sacrificio humano entre los mexicas. Universidad Autónoma de México.2022.
Díaz del Castillo, Bernal. Verdadera historia de la conquista de la Nueva España. Alianza Editorial. 2016
Prescott, William, Historia de la conquista de México. Editorial A. Machado. 2016.
Díaz Barriga Cuevas, Alejandro. Niños para los dioses y el tiempo. El sacrificio de infantes como medio de regeneración del ciclo anual entre los mexicas. Estudios Mesoamericanos, 2 (13), 23-32. 2009.
Dr. Javier Ortiz.