¿Mística o Dietética? Los sacrificios cruentos, por motivos trascendentes, son consustanciales con un gran número (si no con la mayoría) de las religiones. Empezando por la inmolación de las propias deidades: Osiris (asesinado y demembrado por su hermano Set y luego resucitado por su esposa Isis) en la mitología egipcia; Balder, asesinado con una flecha de muérdago, o el sacrificio (“por suerte no letal”) de Odín, en la nórdica; Tammuz (que muere y resucita anualmente como símbolo de renovación de la vida) en Mesopotamia; Quetzalcoalt (Serpiente Emplumada) autoinmolado para crear la humanidad según la tradición mexica. Qué decir de la tradición cristiana en que Jesús se ofrece en sacrificio cruento para redimir a la humanidad; sacrificio perpetuado para los católicos en el sacramento de la eucaristía (lo que dio lugar a la incómoda afirmación de que “el hombre es caníbal de Cristo”, frase de origen incierto pero atribuida desde Voltaire a Schopenhauer; desde Nietzsche a Unamuno). Claro está, si los dioses se inmolan ritualmente ¿qué razón tienen los humanos para soslayar esta necesidad? Ninguna: de ahí las matanzas rituales de primogénitos en honor de Baal, en Cartago (o el sacrificio “frustrado” de Isaac en el Antiguo Testamento) o las masivas
Seguir leyendoDE NANAHUATZIN EL PUSTULOSO A TONATHIU EL DIOS SOL DE LOS AZTECAS (1350-1521)
